La familia paticisne





Erase que se era una inmensa laguna.
Como bien debes saber... y si no lo sabes, aquí estoy para contártelo, en las lagunas viven distintos tipos de familias:
En un día tan bello como el de hoy, puedes ver a la familia de cisnes con sus largos cuellos que parece se van a enredar o se van a quebrar. Es una bella familia muy amable y amistosa. Los cisnecitos inclinan su cabeza para saludar a cada vecino que se encuentran cuando salen a pasear. Ellos viven en el centro de la laguna, pues necesitan espacio para poder desplegar sus grandes alas.

Más allá, puedes ver a la familia Pato. Son simpáticos, muy ágiles y bucen super bien. Los patitos a veces juegan bromas pesadas entre ellos, son escandalosos y llenan con sus graznidos el lugar.

Y cerca de la orilla, te puedes encontrar a los chichicuilotes, que también son bastante peculiares. Normalmente nadan cerca de su hogar y prefieren vivir en la tierra. Los chichicuilotitos corren mejor que nadan.

Pero todos forman una pacífica comunidad.
Cada año, la familia cisne deja la laguna porque las aguas se congelan y aprovechan para visitar a sus parientes en otro sitio. Como son tan amistosos, los chichicuilotes cuidan de su hogar, se encargan de mantenerlo limpio para que a su regreso, encuentren todo arreglado.

También la familia pato acostumbra visitar a sus parientes en tiempo de frío, aunque ellos viajan un poco más cerca. Se extraña su presencia cuando salen, porque como hemos dicho, son bastante escandalosos y pachangueros.
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Los chichicuilotes se sienten un poco solos cuando sus vecinos salen. Extrañan los graznidos y revoloteo de los patos y la amabilidad y pulcritud de los cisnes, pero saben que el invierno durará poco y con el verano sus vecinos regresarán y podrán ponerse al corriente de los chismes y noticias.

Este año, esperan con ansía su retorno porque tienen una gran noticia que ha conmocionado a la comunidad: Una especie nueva ha llegado a vivir a la laguna. Parecen patos, pero se mueven como si fueran cisnes. Son un poco raros, a decir de los chichicuilotes y de las gallinas con quienes conviven.
"Qué raro nadan"- dicen la gallina comadre de mamá chichicuilote
"S... es extraño... no bucean, ni son escandalosos como los patos. Más bien, se mueven como cisnes, pero no tienen la elegancia ni la amabilidad de la señora Cisne"-Comenta mamá chichicuilote.

"Vamos a hacerles una visita, porque tienen un aire como de abandonados que no pueden con él"- Se ponen finalmente de acuerdo las comadres. Aprovechan un momento en que los nuevos vecinos, toman el sol en la tierra.

"Hola, vecinita... venimos a saludar y a ponernos a sus órdenes-dice amablemente la señora chichicuilote
"Le he traido un obsequio de bienvenida- dice la señora gallina- A nuestros vecinos les encantan los brotes tiernos de juncos que crecen cerca de mi casa"

Los nuevos vecinos, las miran desdeñosamente, se dan la vuelta y nadan lo más elegantemente que pueden.

"Vaya.... mira nomás que descaro!- grazna furibunda mamá chichicuilota- De haber sabido que eran tan peladas ni me les acerco. Eso se gana una por querer quedar bien.- Se aleja furiosa.

"Cálmese, comadrita...-tal vez no están en su mejor día o se sienten incómodas en éste lugar. Ya ve que éso de cambiarse es un poco difícil... deshacer los envoltorios, acostumbrarse a los juncos nuevos- contesta doña gallina, tratando de calmar a mamá chichicuilota.

A partir de ése día, ni la chichicuilota se acerca a los nuevos vecinos, ni la gallina les habla por no ofender más a su comadre.

Así pasa el invierno.
Los nuevos vecinos la pasan muy mal, no cree comadre?... deberían haber volado hace mucho tiempo a lugares más templados-dice mamá gallina.
-Mmmm-contesta doña chichicuilota- no creo que con el orgullo que se cargan, sientan el frío. Esos ni aunque se hielen dan su brazo a torcer. Ta decía yo que actúan como cisnes, pero no son tan amables como ellos, que parecen patos, pero no son tan alegres y fiesteros como ellos. ¿Qué serán?

El invierno llega a su fin. Las dos comadres arden en deseos de que sus vecinos lleguen y se enteren del chisme...perdón... de la noticia. ¿Qué cara pondrán? ¿Cómo los recibirán los nuevos vecinos que se sienten los amos de la laguna?

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El graznido de los patos anuncia su llegada. Vienen comentando lo bien que se ven los nuevos miembros de la familia, su prima tuvo patitos y son una belleza... dice mamá pata. Los patitos llegan directo a su bongó a ver si todavía suena bien.

Doña chichicuilota y doña gallina se apresuran a llevar la noticia. Por fin, entre tanto graznido y aletazos de gusto con que los patos los saludan, pueden hacerlo.

Doña pata sale a ver si es cierto lo que le platican, pero no ve a nadie.
Ah, caray...! Hace un momento estaban ahí, nadando y comiendo.

Qué raro!-dice doña pata. A ver si un día de éstos los veo.

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Un gran ruido anuncia la llegada de la familia cisne. Sus grandes alas hacen soplar el viento un poco más de lo que normalmente lo hace.

Llegan con la noticia de que su familia se encuentra bien, también la cigûeña los ha visitado dejando unos bellísimos cines, pero como nunca falta el negrito en el arroz... uno de los cisnecitos salió negrito para desconsuelo de su alba madre, quien está muy apenada.

En fin... las noticias de patos y cisnes le lleva a la comunidad unos cuántos días. Están todos tan felices que doña chichicuilota y doña gallina ni se acuerdan de la nueva familia. Todos bailan, cantan, se abrazan

Un día en que celebraban el cumpleaños del hijo mayor de los cisnes, alcanzaron a ver unos ojos que se escondieron en cuanto se dieron cuenta que habían sido descubiertos.

Papá cisne que como hemos dicho, es un dechado de educación y buenos modales, se acerca elegantemente.
-"Hola, señor pato"-saluda.

Un graznido de sorpresa es la respuesta y otro graznido de enfado también responde.
-Qué les sucede? -dice el paciente cisne, que si de amabilidad se trata es el primero y de paciencia también.

-Eso es lo que nos molesta de todos- contesta por fin el nuevo vecino. Nos miran como bichos raros, sólo porque somos diferentes.

-Yo no veo la diferencia, señor Pato
-Que no soy pato!!!
-perdón... no es usted pato? Entonces qué es?
-Soy un cisne.
-Mmmm. Es usted un cisne?

-Claro que sí. Que no ve usted éso a primera vista?
-Mmmm-se aclara la garganta papá cisne- ¿Y a donde viajó éste año, querido vecino?
-Viajar? está usted loco? Eso de viajar no es de cisnes.

-Ah... Entonces... puede usted acompañarme en un vuelo para poder conocernos mejor?
-Claro que sí... sólo déjeme comer un pescado que estoy mirando desde aquí- dice el nuevo vecino, zambulléndose en el agua.
-Qué gracioso¡¡-piensa don cisne.

Y se queda platicando un rato con el nuevo vecino que insiste en que es un cisne.

Regresa con sus vecinos que esperan la decisión de papá cisne que es muy respetado en la comunidad.

-¿Y qué...qué piensa usted? Si usted dice, estoy dispuesta a picotearlos hasta que se vayan-dice doña gallina que como sabemos, son algo enojonas cuando se les busca.
-O si quiere, puedo llevar a mi familia chichicuilote a que se coman todo el junco y no tengan nada que comer y tengan que irse finalmente.

-No, queridos vecinos. La cosa no es para tanto. Son simplemente un tipo de vecinos especiales. He conocido unos antes. Crecen entre cisnes, pero realmente son patos. Asi que no los molestemos y dejemos que poco a poco se vayan acostumbrando a convivir con nosotros.

mmmm...si usted lo dice-contesta doña gallina no muy convencida.
-Me parecía mejor lo de sacarlos de aquí, que para éso lo estaba esperando-dice doña chichicuilota que como hemos visto, es de armas tomar.

-No... en realidad no hacen mal a nadie. Simplemente dejemos que su naturaleza salga a relucir por sí sóla.
Seguramente pronto notarán la diferencia entre cisnes y patos. Seguramente no fueron muy amables, porque no conocen a los chichicuilotes ni a las gallinas. Seguramente estaban tan asustados con ustedes que se alejaban. Démosles tiempo.
Yo me encargaré de visitarlos y si me acompaña el señor pato, pronto verán qué divertido es ser pato.

Esperemos entonces-convinieron todos.


Pasó el verano y pronto llegó el invierno. Y nuevamente las familias cisne y pato se alejaron cada una por su lado.
Los vecinos nuevos, que llamaremos paticisne se acercaron un día en que el invierno era muy riguroso a la casa de la familia chichicuilote.

-El señor cisne nos ha dicho que usted podría ayudarnos si el invierno era muy difícil-le dijo con su acostumbrado aire mandón
-Mmmm... si. El señor cisne ha dejado para ustedes una dotación de hierba y algunas semillas para ustedes-constestó doña chichicuilota reprimiendo su coraje ante la descortesía.

Otro día, el señor paticisne se acerca al hogar de la familia gallo.
-El señor cisne nos ha dicho que ha dejado algo para nosotros con ustedes- dice con el graznido que enfurece a doña gallina.
-Si... el señor cisne ha dejado una dotación de plumas para ustedes, para que no pasen tanto frío-contesta don gallo, reprimiendo las ganas de picotearlo.

-Todo sea por el señor cisne- piensan ambos.

Así transcurre el invierno.

Al llegar el verano, los paticisne, los chichicuilotes y la familia gallo esperan la llegado de los cisnes y de los patos con gran ansiedad. Se olvidan de sus rencores por un momento para dar la bienvenido a los escandalosos patos y a los educados cisnes, deseando saber las novedades que traen.

Han aprendido a convivir entre ellos. Durante el invierno, los paticisnes entretuvieron a los gallo y chichicuilote tratando de tocar y bailar para ellos.
-No lo hacen tan bien como los pato, pero...-dicen todos.

En realidad, disfrutan de un mejor invierno.

Se dan cuenta que de no ser por los paticisnes, su invierno sería mucho más riguroso y pesado.
Los paticisnes no vuelan tan lejos. Es más ... ni vuelan porque no tienen familia tan lejano como los cisne, ni familia tan cercana como los patos.

Con el tiempo, los paticisnes han aprendido a convivir y se han dado cuenta que en ausencia de los cisnes y de los patos, ellos alegran la comunidad. Y que los chichicuilotes y la familia gallo dependen mucho de sus vecinos paseadores.

Tal vez por éso Dios nos creó- dice papá paticisne a su familia.

MORALEJA:
La convivencia fraterna es fruto no sólo de acepar los defectos propios y ajenos, sino de hacer a un lado los egoísmos, de callar mucho de lo que desearíamos decir, de hacer a un lado los rencores.
De disminuir para que el otro crezca, como hizo San Juan Bautista.