La Guadalupana o Lupita



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Un día, un ángel miraba con tristeza a un país. Un país que le había sido encomendado por Dios... porque has de saber que cada país tiene un ángel custodio que podría ser el ángel en jefe de todos los ángeles de aquellos que nacen en ése país.

Es decir, mi pequeño amigo que tú tienes un ángel que cuida de tí y ése ángel tiene a su vez un jefe. Pues bien...ése ángel jefe estaba preocupado.
O mejor dicho, triste.  Miraba con tristeza, cómo el país que le fué encomendado se olvidaba cada vez más de Dios.

Y éso lo entristecía, pues como todos los ángeles saben... y ahora tú, mi amiguito lo sabrás, quienes viven alejados de Dios no son felices. Los ángeles guardianes de ésas personas están esclavizados en una cárcel

Y muchos de los ángeles puestos bajo su mando, estaban encarcelados. Y él, pensaba en la manera de ayudarlos a liberarse de sus ataduras y cadenas que los tenían en tan malas condiciones.

Miraba por ejemplo, a un padre que estaba esclavizado en el vicio del alcohol. Y ése vicio es muy feo, ¿sabes? lo hace sufrir mucho... pero también hace sufrir mucho a quienes él ama.

También miraba a una madre víctima del vicio de las compras. Y ése vicio la hacía querer desear todas las cosas que miraba... sin fijarse que con ello, causaba daño a los que la amaban.

Así, mirando para un lado y para otro.... sólo veía llanto, desolación, tristeza. Aunque los ojos de las personas miraran alegría y color... él miraba el interior de las personas, es decir...miraba al ángel custodio de ésas personas.

Una voz dulce lo sacó de sus cavilaciones... era la Reina del Cielo, la Reina de los ángeles:
-¿Qué te preocupa, mi pequeño?-p
-Miro con tristeza todo lo que mi pueblo de ángeles sufre, cargado con las penas de sus cadenas y esclavitudes- contestó el ángel
Y no encuentro la manera de ayudarlos. ¿Puedes tú hacerlo, madre mía?

Sonriendo, la Reina contestó:
-Por supuesto, pequeño- Esperaba tan sólo que me lo pidieras.

Y entonces pidió prestado a la tierra el verde de sus colinas... pidió prestado a los cielos, el resplandor de sus estrellas... y pidió al sol que la iluminara con sus rayos.
Se vistió con el rosa del color de las flores y pintó su cara con el barro de la tierra color cobre

El ángel pensó que la Reina de los cielos había perdido el juicio. Lo pensó para sus adentros, por supuesto... no se le ocurrió decirselo a su Reina, quien sonrió ... pues ella sabía lo que pensaba.

Y la Reina, descendió en una nube hasta el pais del ángel.

Se encontró con un indito "casualmente". Un indito callado y muy triste, que caminaba con miedo y temor. Le habló y el indito la reconocíó como alguien de los suyos... tan bueno era el color que la tierra le había dado.

El indito supo que era alguien enviado del cielo... pues era muy bella y llevaba el color del verde de sus sembradíos, la luz del sol que lo calentaba y alumbraba, las estrellas que iluminaban sus noches obscuras. En su vestido estaban las flores que él conocía tan bien y que embellecían su casa.
Todo éso le había sido arrancado por hombres que lo esclavizaron. Y por ello, caminaba tan triste.

La Reina le mandó ir con un Obispo y decirle que deseaba le construyeran una casa en donde pudiera atender a sus hijos amados. El Obispo, por supuesto no le creyó a un indito... no por indio, sino porque había muchos mentirosos sueltos en el mundo. Le dijo que le llevara una prueba

La Reina le dió entonces al indito las más bellas flores que él había visto. Tan bellas como las que adornaban su vestido. Y con ellas, se presentó el indito ante el Obispo quien se hincó, en cuanto el indito extendió su humilde tilma.

El indio se sorprendió de que éso sucediera.
-No es para tanto-pensaba- son tan sólo flores

Sólo cuando volteó a ver su tilma, supo el motivo de que todos en la sala se  hincaran: la Reina estaba plasmada con bellos colores en su humilde tilma. Esa era la firma que el Obispo reconoció como realmente enviado por ella.

Y por supuesto, se hizo la casa para la Reina del Cielo. Cerca de ella, empezó a manar un pocito que contiene aguas que curan. En ellas se bautizaba a los inditos.
 El indito se quedó a vivir cerquita de ella.

Y te preguntarás ¿qué pasó con el angelito?

Ah... pues ése es el que sostiene la nube en la cual, la Reina bajó a la tierra. Como puedes ver, es un ángel sonriente. porque su Madre supo llegar al corazón de su pueblo... y con ello, muchos de sus ángeles quedaron liberados de sus vicios y esclavitudes.

Desde entonces, se le conoce como la Guadalupana... pero aquí ente nosotros, puedes llamarle Lupita, o mi Niña como la llamaba San Juan Dieguito que así se llamó el indito de nuestro cuento, que en realidad no es un cuento sino la verdad.

La fé del indio mexicano está plasmada en la tilma de San Juan Diego. La fé en Dios, la fé en aquél que ellos saben les da todo desde siempre y que supieron reconocer en la Virgen de Guadalupe- Y que empezaron a recibir todos los dones y regalos que el cielo envió con ella para auxiliar a su pueblo.

Si tuvieras tan sólo una poquita de fé como la de San Juan Dieguito, podrías tú también recibir la parte de dones que Dios tiene reservada para tí.

Dios te ama tanto, que envió a su Madre para socorrerte.